Cualquiera que pasara enfrente de
nosotros, pensarían que estamos haciendo otra cosa, pues estábamos riéndonos
como locos, pero llegó un punto en el que llegó a estar encima de mí mirándome
a los ojos, los segundos parecían horas y me pareció un poco tonto, pues eran
como esas películas románticas, y sí, yo estaba sonriendo, pero también estaba
pensando en empujarlo ahora que estaba un poco distraído.
Aunque entre toda la bulla, igual podía
escuchar lo que ocurría afuera, hasta que escuché el sonido de una cámara.
—¡Sal! —le grité una vez más y como él
estaba observándome, aproveché y lo empujé.
Él estaba lejos de mí y aproveché para
pararme y limpiarme toda la arena, un poco avergonzada pues habían demasiadas
personas ahí cerca que habían visto todo, así que sonrojarme no era una opción,
era lo que estaba ocurriendo y todos observando.
Seguía haciéndolo, pero yo estaba
cabizbaja, no quería levantar la cabeza, pero miré un momento a Alex para ver
si le había hecho algo. En esas situaciones, no sé medirme muy bien, pero como
se estaba riendo, supuse que todo estaba bien.
—¡Qué fuerza! —exclamó en un tono
burlón.
—¿Te estás burlando de mí?
—No, ¿cómo crees? —me preguntó.
—¿O quieres que lo haga otra vez? —le
sonreí desafiante, mientras terminaba de sacar lo último de arena que había en
mi ropa.
—¿Entonces tendría que tirarme otra vez
encima de ti? —me dijo— ¿es lo que quieres, no?
Me puse nerviosa porque ya no estaba
acostumbrada a este tipo de cosas. Quiero decir, las personas acá son muy diferentes
a los de Atlanta. Acá son más cálidos conmigo, supongo que porque los conozco
de toda la vida y allá unos cuantos meses, pero es parte de la personalidad de
cada uno también.
Sólo atiné a reírme. Definitivamente no
era el mejor amigo que había dejado, estaba más “vivo” por así decirlo, aunque
siempre fue muy atento y chistoso, ahora me está tratando como si fuera una de
sus “amiguitas” y no lo digo por celos, sino porque me molesta que me hable de
esa manera.
—Estás loco.
—¿Por ti?
Cuando dijo eso, sonó tan Ryan Butler.
Definitivamente hablaba como él, de la misma manera, queriéndose hacer el
interesante, pero lamentablemente o mejor dicho, para desgracia de él, yo
odiaba eso.
Volteé los ojos como si no hubiera
escuchado nada.
—Me malograste toda la ropa, ¡estoy
llena de arena! —reclamé.
—Pero, entonces ven.
Mientras me sacudía un poco más, él se
acercó y me tomó de las piernas, de manera que me cargó y yo estaba con la
cabeza abajo y no podía hacer nada.
—¡Suéltame! —grité— ¡o te muerdo!
—¿Por qué? —me preguntó— si dices que
tu ropa está llena de arena, entonces vamos y te acompaño a tu casa.
—¡No!
En ese momento me arrepentí de haberme
quejado, aunque yo sabía que lo que estaba haciendo era sólo por fastidiarme,
pero realmente lo lograba y por la forma en la que me estaba cargando, me hacía
sentir doler porque estaba en una posición incómoda y yo no pensaba soplarme
tremendo viaje hasta mi casa en esta posición.
Lo que más me fastidiaba ahora, era
estar tan sonrojada porque no quería que él se dé cuenta de eso, aunque dudo
que se haya dado cuenta, pues yo estaba en su espalda.
Comencé a agitar mis piernas como si
lograra patearlo, como una manera de lograr que me dejara salir, pero sabía que
haga lo que haga, él era más fuerte que yo y así tuviera la oportunidad,
tampoco me dejaría en paz.
Fin de la narración.
(En Atlanta)
Narra Justin:
Bueno, con todas las cosas que le
estaba diciendo ________(tu nombre) a Ryan creo que era más que obvio que yo
estaba muerto para ella, o sencillamente no me daba importancia alguna.
—La verdad es que no sé si mostrártelo,
pero creo que es lo mejor —me dijo observándome.
—A ver…
Me acerqué hacia el celular de Ryan y
me mostró una foto, era __________(tu nombre) con un chico, en una posición
como si fueran a darse un beso, pero boca abajo, echados… sencillamente sentí
como si me hubieran roto el corazón.
—“El burro hablando de orejas” —le
dije.
—¿Por qué dices eso? —dijo riéndose un
poco.
—Porque ella me recriminó a mí por casi
“besar” a una chica cuando yo estaba completamente ebrio, pero ella en sus 5
sentidos, totalmente sobria, hace eso con un chico.
—No le tomes importancia —me dijo Chaz.
—Sí, tienes razón. Finalmente, ¿qué va
a pasar? Es sólo una chica más —agregó Ryan.
“Es sólo una chica más”, me encantaría
que eso fuera verídico totalmente, porque literalmente lo es, pero no. Ella no
es una chica más, ella es mucho más que eso, es la chica que logró enamorarme
por su forma de ser porque no era falsa, no aparentaba nada, sólo era ella y
eso casi ya no lo veo en ninguna chica, así que me sorprendió, pero no sólo
eso, sino demasiadas cosas que si me pusiera a enumerarlas, pasaría días y días
y probablemente terminaría escribiendo un libro y jamás terminaría. Pero en
resumen, definitivamente no eran una chica más, “una chica más” no lograría
todas estas cosas en mí, sin si quiera pensar en la idea de mandarla al diablo.
—Que se joda —dije.
Yo no era de hablar así ni de
expresarme así de ninguna mujer, pero sencillamente me llegó a lo más alto de
mi ser.
—Me sorprendes… —dijo Ryan.
—Que se joda, yo no estoy para aguantar
idioteces de una niña.
Definitivamente la furia me comía por
completo.
—¡Bieeen! —exclamaron los dos.
No habían pasado ni dos días desde que
se había ido y nos habíamos dicho tantas cosas, pero parece que el tiempo con
ella o al menos los días, estaban contados. Sólo habían pasado 2. Me sentía
como un niño que terminaba con su “novia” a las dos horas. Aunque ella jamás
fue mi novia, y no fueron dos horas, sólo dos días —gran diferencia— y yo no
era el niño ahora. Me sentía un poco estúpido.
—Oigan chicos, tengo que irme —les
dije.
—No fastidies, te vas a quedar hoy con
nosotros.
—Pero tengo que estar con mi mamá para
ver lo de los vídeos y algunas entrevistas.
—Estás en tus días libres —me hicieron
recordar ellos.
—Sí, pero el trabajo jamás acaba.
—Sólo quieres irte porque te sientes
como mierda —dijo Ryan.
—No eres muy bueno mintiendo —agregó
Chaz para “delatarme” más.
—No estoy mintiendo —dije.
Estaba un poco seco. Estaba enojado, no
tenía ganas de nada, es una reacción normal y aunque ellos lo entendían a la
perfección, no querían dejarme ni un minuto en paz, no querían que me vaya,
sólo querían que esté con ellos, pero no eran capaces de entender.
—Admítelo de una vez, _________(tu nombre)
te está haciendo sentir como mierda —me dijo Ryan.
—No es eso —dije.
—¿Entonces qué es? —preguntó Chaz.
—Es que yo creí que ella era diferente.
—Todas las chicas son iguales —la
típica frase de Ryan.
—Ahora me doy cuenta —dije.
Yo no quería pensar que ella era igual
a todas las chicas que había, porque yo de antemano sabía que ella era muy
distinta al resto. Ella no era como todas las chicas, era distinta y era
especial, pero tenía 14 años y estaba esperando demasiado de alguien que no
tenía ni la más mínima idea de qué era enamorarse, de que era amar, de una
niña, aunque no me jacto de ser muy grande, ni quiero decir que ella sea muy
pequeña pues es cuestión de unos 3 años, también había la gran diferencia en la
que ella no quería sentir nada por nadie o al menos sufrir y eso se notaba a
kilómetros, aunque ella no fuera a admitirlo.
—¿Entonces? Estás admitiendo que te
quieres ir porque te dejó como mierda —dijo Ryan.
—Deja de decir mierda en cada oración —le
hice notar.
—Pero es la única palabra que se me
ocurre decir para expresar toda esta situación —me contestó—, y no digas que no
te sientes así porque sencillamente estarías mintiendo.
—Bueno, me siento como una mierda y
quiero estar solo.
—Pero la soledad no ayuda en nada —intervino
Chaz—, mejor quédate con nosotros que somos tus amigos. No pierdes nada, al
contrario, ganas.
Bueno, ¿cómo decirles que “no”? Si lo
único que querían era estar ahí, para mí, cuando sabían que los necesitaba en
serio, pero uno a veces sólo quiere estar solo y olvidarse de todo.
Fin de la narración.
(En ________(tu país))
Narras tú:
—¡Déjame! —repetí por enésima vez
mientras él caminaba conmigo.
—Si me das un beso…
—Sonaste a Gianfranco —le dije.
—¿Qué? ¿Él también te pidió un beso? —me
preguntó riendo, pero un poco celoso.
—No, sino que tú sabes cómo es él.
—¿Cómo es él? —me preguntó— ¿pide
besos?
—Ya dije que no.
—¿Entonces?
—No te pienso dar un beso —le dije— ni
a ti, ni a nadie.
La verdad es que yo no pensaba seguir
hablando sobre esto con él. Él era mi mejor amigo, lo conozco de toda la vida y
viene a decirme estas tonterías. No entiendo, sencillamente, parece que en mi
ausencia ocurrieron varias cosas que desatan ahora que mi presencia está otra
vez aquí.
—¿Por qué?
—Porque no quiero, ¿qué tienes?
—Aaaah verdad —dijo él— que tú todavía
no das tu primer beso.
—Pffffff —dije—, sí. No he dado mi
primer beso.
—¡Qué bueno que lo admitas! —exclamó— ¿pero
no crees que sería mejor que lo des antes de cumplir 15 años?
—No.
Yo en ese momento pensé que se estaba
haciendo el idiota conmigo.
—Bueno, ¿y entonces con quién sería tu
primer beso? —me preguntó.
—No sé, pero contigo no —le dije.
Yo sé que no podía ver su rostro,
porque aún me tenía cargada, pero me imaginaba la expresión que tenía en la
cara. Esa cara de decepción única.
—Bien que mueres por un beso mío.
Me dijo eso y después, me agarró de la
cintura y me colocó en el piso, finalmente.
—¡Al fin! —exclamé victoriosa porque
finalmente tocaba el piso.
—¿Por qué cantas victoria? —me preguntó.
Y de pronto, sentí que su mano me
jalaba hacia él. Agarraba mi cintura con sus dos manos, una de cada lado y me
miraba. Lo sentía tan cerca que podía sentir su aliento. Era obvio que quería
besarme, no soy estúpida, pero yo no puedo besarlo, o por lo menos no ahora
porque aunque odie admitirlo yo quiero a Justin, sencillamente no puedo, porque
realmente me gusta y ¡acabo de decir que lo quiero! Y eso me hace sentir aún
más estúpida.
—¿Qué sucede? —le pregunté a Alex un
poco nerviosa.
—Nada, ¿qué podría suceder? —dicho
esto, esbozó una sonrisa permitiéndome ver sus hermosos dientes blancos.
Siempre me encantaron.
—No sé, porque estamos en esta posición
un poco incómoda —tuve que admitirlo.
Estaba nerviosa. Completamente
nerviosa. En ese momento, era un manojo de nervios, ni siquiera quería mirarlo
a los ojos, pero si no lo hiciera le daría paso para que se dé cuenta y
realmente no quería eso.
¿Les cuento algo? O bueno, más que
contar es admitir. Me encantan los besos, me encanta besar, me encanta que me
besen. Desde que lo comencé a hacer, sencillamente me encantó. De todos los chicos
con los que me he dado un beso, él que mejor besa es Justin, aunque con Chaz a
las justas rozamos los labios. No fue un “beso” como debería, si es que me dejo
entender. Pero definitivamente Justin besaba mejor que Christian y a estas
alturas de mi vida, realmente quería besar a más personas para poder comparar
sus besos, para ver quién me besaba mejor, pero había algo dentro mío que me
impidía aunque sea pensar en un beso que no fuera de alguien que no sea de
Justin. En estos momentos lo odiaba y no quería saber nada de él, pero me moría
por sus besos, pero también quería otros besos, aunque por el momento no podía
sacármelo de la cabeza, y de algo tan sencillo he terminado haciendo un
laberinto de palabras.
—¿Te incomoda? —dijo casi en un susurro,
mientras bajaba un poco más su mano.
—Mmm… un poco —le dije.
—¿Sólo un poco?
No sé qué le sucedía en ese momento,
pero me encantaba en la forma en la que me estaba hablando y como quería tomar
control de la situación. Me encantaba cuando un hombre hacía eso porque hacen
que me gusten más, pero sólo en estas situaciones: en los besos, o cosas así,
no digo más porque hasta el momento no he pasado a más con algún chico y no
tengo ganas de hacerlo.
—Sí me incomoda.
—¿Pero en serio no quieres que te dé tu
primer beso? —insistió con el tema.
—Obviamente no serías mi primer beso —le
dije.
—¿Entonces? ¿Cuál? —me preguntó en un
susurro.
—No sé. No recuerdo, pero
definitivamente no el primero.
Obviamente recordaba, sólo eran 3
personas. Nada más.
—Mmm… ¿así?
Se acercó cada vez más y más a mí hasta
estar a milímetros de distancia, pero yo me sentía paralizada y no entendía
porque no podía hacer nada.