jueves, 22 de marzo de 2012

Cap. 87°: "La perfección no existe, y el “casi”, tampoco… las cosas son “sí” o “no”"

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"¿Ahora soy perfecta?"

Pero por el momento, no quiero nada —de una manera indirecta renuncié a todo lo que le dije ayer—, no quiero nada. Me siento estúpida, engañada y no quiero sentir eso una vez más. Creo que va a ser la primera y última vez en toda mi vida. Jamás vuelvo a ser tan insulta.
—No digas eso… no digas “jamás”…
—¿“Never Say Never”? —me burlé de él.
—No —se rió—, solamente que no digas “nunca” cuando no sabes las cosas como son, pues el tiempo te puede dar una sorpresa.
—¿Tú crees? —solté una pequeña carcajada irónica.
—Sí. Por eso te lo digo.
—Yo puedo aguantar todo —le dije—, menos un engaño.
—Pero, ya no puedes hacer nada… —hizo una pausa para mirarme—, lo siento si  soy franco, pero es la verdad.
—Sí, no te preocupes.

Lo que dijo me tomó de sorpresa. Yo sabía que era verdad, pero aun así me molestó, pues no sabía nada que decir. Todo fue de sorpresa. No me lo esperaba de él, ni nada.

—¿Estás molesta?
—No —respondí fríamente, como si fuera un notorio “sí”, pero encubriéndolo.
—¿Entonces?
—Nada Justin, ya fue.

Se quedó ahí, sin decir nada, pues probablemente estaría pensando que me molestó, pero es que la verdad a veces molesta, y demasiado; y te jode más aún cuando sabes que es verdad. Solamente me tenía que quedar sin decir nada.

—Perdón —se dio cuenta—, no quiero que te molestes, solamente que yo consideraba que era la verdad.
—Sí lo es —repliqué—, por eso me jode un poco.
—Lo siento, no quería hacerte sentir mal.
—Es que como ya te dije, lo peor que alguien puede hacerme… es engañarme —sentencié.
—A cualquiera —dijo él.
—Yo de un hombre podría aguantar todo, menos que me engañe —comenté—, pero mírame ahora.
—No lo estás aguantando —dijo—, ya lo dejaste ir.
—De cierta manera.
—No te arrepientas de nada de lo que haces, ¿sí? —me miró—, promételo.
—¿Por qué tendría que arrepentirme? —pregunté, pues me parecía un poco estúpido de su parte.
—Porque puede que te arrepientas de  haber echo todo esto, porque de verdad querías a Christian.
—Sí, de verdad lo quise —fui sincera—, pero él me hizo lo peor del mundo y jamás voy a olvidar eso.

Sé que probablemente me estaba haciendo un mundo por un problema que a muchas personas les pasa… Un “engaño”, y sí, hay personas que perdonan y perdonan esas cosas, para la mala (o buena) suerte de Christian, yo no soy así. Yo no quería lastimarme a mí misma en esta relación. Al último, no quería aguantar nada, ni si quiera a él mismo. Solamente quería ser feliz; Justin me dejaba serlo.

—Tienes demasiado orgullo, ¿no? —me cuestionó—. Demasiado orgullosa.
—Puede ser —respondió—, pero eso no tiene nada de malo.
—El orgullo es bueno, pero en exceso es malo hace que te quedes solo.
—Bueno, dicen que “mejor solo que mal acompañado”, ¿no crees?
—Yo solamente digo que las personas orgullosas no llegan  a ninguna parte —comentó.
—Bueno, prefiero ser orgullosa, que una huevona.
—No he dicho eso en ningún momento.
—Pero yo sí —le dije—. Es una mierda estar así por un idiota que no vale nada. Y sí, acabamos de terminar…
—Nadie te está pidiendo que lo olvides de la noche a la mañana —me interrumpió—, porque todos sabíamos cuánto te quería él, y cuánto lo querías tú a él.
—Esa es otra idiotez que también me jode —comenté.
—¿Qué cosa, linda? —me preguntó él.

Cuando él me dijo “linda”, la piel se me puso de gallina y sin querer me estremecí. Me sentía bien, me estaba ilusionando un poco. No me gustaba, no quería que nada de esto pasara… con lo que acababa de ver un rato, tenía más miedo que antes; pues, Christian es Chris, pues… tiene chicas detrás de él, pero Justin es “Justin Bieber”, tenía a muchas chicas detrás de él. No digo que esté dudando de él, pero los hombres… son hombres, son débiles.

—Porque me molesta que las personas hayan tenido una idea algo equivocada de mi relación, me jode demasiado —respondí—, todo el mundo piensa que fue “casi” perfecta.
—Realmente, yo sabía que habían dificultades a veces, nada más.
—Pues, sí, es cierto —le dije—, pero habían un montón de cosas que muchas personas no sabían, pero sin importarles, igual hablaban.
—¿No fue la relación “casi perfecta”? —cuestionó.
—Claro que no —contesté—, y ahora te das cuenta…
—No me refiero al final, me refiero al transcurso —aclaró él.
—La perfección no existe, y el “casi”, tampoco… las cosas son “sí” o “no”, pero cosas intermedias, no hay —comenté—, aparte, siempre habían peleas, pero las cosas malas, siempre se restan… después, al comienzo fue bonito, después las cosas fueron cambiando un poco, pero igual fue bonito.
—¿Entonces? ¿Hay algo de lo que te arrepientas?

Por un segundo, las preguntas de Justin me hicieron acordar de todos los psicólogos a los que había ido, de los cuales, al final, me libré completamente… pero bueno, me parecían raras sus preguntas y el interés extremo que tenía de saber las cosas. Pero bueno, él sabrá.

—Realmente, si hubiéramos terminado sanamente —hice una pausa para explicárselo—, por las buenas, jamás hubiera pasado esto. Y todo quedaría como un buen recuerdo. Pero no, siempre hay algo que malogra una relación.
—No es cierto —dijo él—, no siempre es así.
—Siempre es así… terminan por un problema, ¿no?, porque sería estúpido terminar si no existe ningún problema.
—Bueno, en eso tienes razón —acertó conmigo.
—Siempre es así —no tendría de que sorprenderte verdaderamente—, pero bueno, oye una cosa.
—Dime.
—Ya no quiero hablar de esto, ¿sí?
—No te preocupes —me sonrió.

No quería hablar de un tema que ya estaba cerrado, no podía hacer nada al respecto y lo único que lograba mencionándolo era lastimándome más y más a mí misma, cosa que no era correcta. El pasado es pasado, ya no puedo hacer nada al respecto. Las cosas en la vida siempre ocurren para dejarte una lección.

—Bueno, ¿qué hacemos?
—No sé, ¿de qué tienes ganas? —pregunté.
—¿Quieres salir a dar una vuelta un rato?
—Mmm… no sé —no estaba muy animada.
—Anímate, y te invito a comer un helado —me ofreció.
—Está bien.

No estaba de humor para hacerlo, pero tampoco quería cancelarlo de esta manera, sobre todo si había venido tan temprano por mí.

—Te quiero, ¿sí? —me dijo—, no me gusta verte así, sonsita.
—Gracias —me hizo sonreír—, de verdad gracias. Yo también.

Solamente lo observé con una sonrisa en el rostro, me hacía sentir bien el simple hecho de sentir su cálida mirada encima de mí.

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Chicas, les quería hacer una aclaración, pues por ahí vi un comentario que querían que ponga a One Direction en la novela, y bueno, mi respuesta (no tengo nada en contra de One Direction) es no, pues mi novela no se trata de cuántos famosos más hay en la novela, sino es una novela basada en una historia de amor entre Justin y tú.


Francisca: Sí, puede ser, por cierta parte estoy de acuerdo con tu opinión. Al comienzo, todo era una obsesión enfermiza, ahora solamente es un gusto, y bueno en sí la historia es de amor entre Justin y tú, o algo así, ¿no? ¿entiendes?  Y no se basa en un tema único, sino que conforme pase la historia se darán cuenta que no es así. 

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Vale

sábado, 10 de marzo de 2012

Cap. 86°: "Las peores cosas vienen de quién menos te lo esperas"

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Y creo que este es el fin. Es momento —de una buena vez—, de decirle “adiós” al fin, a Christian Jacob Beadles Earle.  

Ya había pasado un tiempo, y era lo mejor para los dos. Solamente que me daba tanta rabia, haberle dado todo y que él no haya dado mucho por mí. Me da cólera haber roto problemas conmigo misma solamente por él, por darle la oportunidad a algo que yo sabía inexistente… el amor, la misma mierda. Y aún así, por tonta, creí. Pero ya aprendí la lección y no me pienso equivocar nuevamente. Ya no pienso romper nunca más una promesa que hice conmigo misma, porque si no yo misma cumplo las promesas que hago conmigo misma, ¿quién mierda lo va a hacer? Todo lo que había dicho ayer, se había ido a la mierda, no pensaba hacer nada para lastimarme más. No pienso ser tan masoquista.

Fin de tu narración.

Narra Christian:

Volví a la sala, ni si quiera miré a Paz a la cara, era lo último que quería hacer en ese momento. No quería, porque no tenía la valentía de hacerlo.

—Perdóname, por favor —se acercó ella, con lágrimas en los ojos.
—No quiero hablar ahora, ¿sí? —le pedí.
—Ya, pero perdóname —las lágrimas seguían saliendo.
—Ok.
—Tú crees que la odio, y sí, puede ser… pero perdón, perdón por cagarla —dijo ella.
—Sí, ahora dices eso… —hice una pequeña pausa—, pero realmente si no hubieras querido “cagarla” jamás hubieras insinuado besarme.

No quería insultarla, no quería decirle nada malo, solamente me quería ir y dejarla ahí. Irme, puesto que lo que había hecho era la mierda más grande del mundo. De echo que me odia, de echo que no quiero saber nada de mí, porque le hice lo peor que alguien podría hacer.

“No merecía estar ni un segundo más aquí”, decía mi cerebro, y según mi corazón, quería que la buscara y lo intentara una vez más, que no me diera por vencido, aunque sabía que estaba mal seguir, insistiendo por las puras sabiendo que la había lastimado y le había hecho lo peor que alguien podía hacerle. Estuvo mal. Ella confío en mí, y yo le hice esto, aunque no era mi culpa. Lo hice.

No sé si la volvería a ver, solamente quería decirle que “la amo”, pues no sé si tendré la oportunidad de hacerlo luego, pues me voy a Los Ángeles. Hoy también quería hablar sobre esto, también quería decirle todo eso para poder darle una idea de como serían las cosas, y si realmente quería continuar con esto a la distancia. Lastimosamente, ni si quiera le podré decir esto cara a cara como deseaba. Le mandaré un sms en unas horas, porque este momento es todo menos apropiado.

Fin de su narración.

Narras tú:

El engaño, algo que predominaba dentro de mí. Una idea que no podía salir de mi cabeza. Ahora ¿qué haría? La vida continúa, sí. ¿Quién dijo que no? Solamente que jamás pensé eso de él. Como dicen “las peores cosas vienen de quién menos te lo esperas”, supongo que este es el caso. De ahora en adelante, esperaré demasiado de alguien para cambiar un poco mi manera de pensar.

No quería saber nada de nadie, solamente quería quedarme acá, esperando a que llegue la hora para irme en avión a mi casa en ________(tu país), quedarme ahí y no volver jamás. Me sentía humillada, eso no iba a cambiar por arte de magia, de la noche a la mañana.

Quería desaparecer un rato.

Minutos después…

Me había quedado dormida. Me levanté por el sonido de mi celular, y una bocina de afuera. Vi que era Justin, ¿estaría afuera?

—¿Aló? —contesté con una voz de recién levantada.
—¿Estabas durmiendo? —lo notó al toque.
—Sí —reí—, ¿dónde estás?
—Afuera de tu casa.
—Entra —le dije.
—Ok —escuché el sonido de una puerta cerrada.
—Ya —colgué—, subes a mi cuarto, no me quiero levantar.
—¿Estás bien? —preguntó con algo de risa.
—Algo así —contesté.
—Ya voy.
—Ok —colgué.

Me levanté y me observé en el espejo, veía a una chica con los hinchados, con la nariz roja, lastimada. No me veía a mí realmente. No lloraba por él, lloraba por el engaño, nada más. Supongo que no me lo esperaba de él. Solamente me arreglé un poco el cabello, y volví a echarme en la cama.

Sonó el timbre, no iba a bajar. Seguramente alguien abriría la puerta antes que yo bajara.

Dos minutos después, Justin se encontraba afuera de mi habitación con una mirada dudosa, como quién dice “¿entro ó no entro?”.

—Entra —le dije una vez que lo vi.
—No, no está bien —respondió.
—No me importa —le dije—, por favor, te necesito.
—¿En qué sentido? —se hizo el chistoso.
—Como amigo —respondí.
—¿Qué sucedió? —tomó valentía y entró.
—Siéntate, si quieres —miré una de las sillas que había cerca a mi cama—, es largo.
—Está bien.

Dicho esto, él se sentó en la silla más cercana a él.

—Dime, ¿qué pasa? —me miró—, ¿algo malo?
—No sé como lo tomes tú —repliqué.
—Dime, me preocupas.
—Mmm… no es fácil.

No quería llorar, ahora no, había llorado mucho, llorar un poco más sería estúpido, y justo enfrente de él. Llorar por un idiota que ya no valía la pena sería estúpido.

—Solamente dilo.
—No sé como decirlo… —me parecía difícil decirlo.
—Dilo, yo te entenderé —sonrió.
—No se trata que me entiendas a mí ni nada.

Me hizo sentir mejor ver esa sonrisa en su rostro, me daba confianza de continuar y romper otra promesa más. Una vez más. Pero tenía miedo, ese miedo me consumía por completo y podía más que yo en estos momentos.

—Christian… —susurré.
—¿Qué cosa? —no me escuchó.
—Chris… —dije un poco más alto.
—¿Christian? —cuestionó.
—Sí. Él.
—¿Qué sucede con él? —pregunté.
—Terminamos.
—¿De verdad? —noté cierta felicidad de su parte.
—Yo con él.
—¿Por qué? —probablemente él estaría pensando otra cosa completamente diferente a la realidad.
—Porque me sacó la vuelta.
—¿QUÉ? —estaba molesto—, ¿te sacó la vuelta? ¿Con quién?
—Con Paz —respondí.
—¿Estás bromeando, cierto?
—¿No me crees?
—Es mentira, ¿verdad?
—¿Tendría razones para mentirte? —lo miré fijamente.
—No lo sé, pero ¿de verdad? Conozco a Paz desde hace mucho, no creo.
—Tú sabes que es la puta más grande del mundo —le dije—, que se le tira al primer idiota que ve en la calle.
—No es tanto, estás exagerando.
—Los vi besándose en la sala de mi casa, y Christian no hizo nada por separarse hasta que escuchó los ruidos que hacía por las lágrimas. Hace un rato —le expliqué todo de una forma resumida, con las lágrimas a punto de salir nuevamente.
—Es la forma más estúpida de gastar lágrimas —me dijo abrazándome.
—Me duele, ¿sabes? —lo miré—, a pesar de todos los problemas que teníamos yo lo amaba y mucho, y me hizo esto. A él le confié todo, rompí promesas conmigo misma por él, y todo terminó así.
—Te juro que la próxima vez que lo veo le saco la mierda.

Él me abrazaba, yo solamente lo agarraba fuertemente, aferrándome a él como si de eso se tratara mantener viva. Solamente quería sentirme bien por un momento, que me haga reír hasta que me vaya, en el avión tal vez lloraré, pero cuando esté en ________(tu país) todo será sonrisas nuevamente.

—No vale la pena que hagas eso —comenté.
—¿Sabes como se siente que la persona que quieres llore por un idiota que la trata mal? —me preguntó, y se separó de mí para mirarme.
—¿Me quieres?
—Demasiado.
—No es un idiota que me trata mal —no quería defenderlo—, solamente es el pendejo de mierda que jugó con mis sentimientos, que me engañó.
—Aún peor.
—Lo hecho, echo está.
—¿Lo vas a dejar así de simple?
—Todo en la vida pasa por una razón —dije aún con las lágrimas invadiéndome—, y todo esto pasó para que me diera cuenta que cuando haces una promesa la tienes que cumplir.
—¿A qué te refieres?  —él estaba extrañado.
—Yo hice varias promesas conmigo misma, las rompí —comenté—, supongo que esa es una de las causas.
—¿Qué promesas? —Justin andaba curioso, pues le había puesto un tema del cuál él desconocía mucho.
—Es una laaaaaarga historia —prolongué demasiado al decir la palabra “larga”.
—Tengo tiempo —dijo.
—¿De verdad la quieres escuchar? —pregunté, pues pensé que le parecería aburrido.
—Sí.
—Bueno, realmente Christian es el primer enamorado de verdad que he tenido —le confesé—, había tenido algunos antes, pero ni si quiera nos habíamos dado un beso, así que no los considero.  Y bueno, si no tuve enamorados antes, fue solamente porque yo no creía, y ahora, tampoco creo en el amor.
—¿Por qué? —cuestionó él interesado.
—Porque yo vi que no funcionó con mis propios padres… que todo lo que había era menos amor —me puse a recordar todos esos momentos—, y también porque a las personas que más he amado se han ido, o están lejos de mí.

Eso tenía demasiados significados, solamente era para un buen entendedor, pero también alguien que supiera parte de la historia —aunque sea—, aunque sin saberla, te orientabas un poco.

—El amor sí existe —me aclaró él—, no lo juzgues por las experiencias de los demás, júzgalas por las tuyas.
—Yo hice una promesa conmigo mismo —lo corté—, era de no estar con ninguna persona, de no creer en el amor para nada. Y fue lo primero que hice apenas vine, ¿te parece correcto?
—Siempre hay una primera vez para todo —dijo.
—Pero por el momento, no quiero nada —de una manera indirecta renuncié a todo lo que le dije ayer—, no quiero nada. Me siento estúpida, engañada y no quiero sentir eso una vez más. Creo que va a ser la primera y última vez en toda mi vida. Jamás vuelvo a ser tan insulta.
—No digas eso… no digas “jamás”…
—¿“Never Say Never”? —me burlé de él.
—No —se rió—, solamente que no digas “nunca” cuando no sabes las cosas como son, pues el tiempo te puede dar una sorpresa.
—¿Tú crees? —solté una pequeña carcajada irónica.
—Sí. Por eso te lo digo.

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Chicas, ¿cómo están? Espero no me odien, lo siento :( Ayer quería subirles capítulo, pero realmente sí lo escribí, solamente que mi internet, no servía, no tenía. Lo apagué, prendí (el modem) y nada. Y no pude hacer nada, así que perdóneme, ¿sí? Voy a tratar de subirles capítulos más seguidos, solamente que la próxima semana voy a tener muchas exposiciones y todas esas cosas. (Por cierto, ya volví a clases), ¿ustedes? ¿Cómo les va? Cuéntenme y así, jiji, si tienen preguntas, escríbanlas en los comentarios, y las leeré pronto, lo juro, un post de puras preguntas. 

Las quiero mucho chicas(: 

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Vale

jueves, 1 de marzo de 2012

Cap. 85°: "El más grande error de mi -corta- vida"

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"Lo que dijiste: Siempre te amaré, corazón. 
Lo que debiste decir:  Hola, soy el chico con el que te vas a enamorar, y voy a ser quién rompa tu corazón, te haga llorar, te lastime, te confunda y te mate por dentro."


Narra Christian:

Apenas llegué, toqué el timbre y terminé mi vieja costumbre de llamar o timbrar a _________(tu nombre) antes de llegar. Paz me abrió la puerta.

—¿Y bueno cómo estás? —le pregunté a ella, después de saludarla con un beso en la mejilla.
—Bien, por suerte. Estoy bien —respondió Paz, mientras se sentaba a mi lado—, ¿tú?
—Bien, también.
—¿Y qué tal con _______(tu nombre)? —cuestionó con interés.
—Ahí… más o menos —contesté.
—¿Por qué? ¿Qué pasó? —noté un poco interés en el tema de su parte—, ¿van a terminar ahora que no se van a ver durante tanto tiempo?
—¿Tanto tiempo? —cuestioné—, no es mucho. Un par de semanas…
—¿Par de semanas? —me interrumpió Paz—, se va por más de un mes. Como 5 semanas.
—¿Qué? —pregunté sorprendido—, ¿tanto tiempo?
—Sí. ¿No sabías? —se mostró ella sorprendida, también.

No me acuerdo que _______   (tu nombre) me haya dicho que se iba a ir durante tanto tiempo. Pensé que a las justas se iría unos cuantos días. Jamás más de un mes. No es que no pueda ser fiel, ni nada de eso. Solamente que me jodía no poder verla durante tiempo. Y más aún con lo que pasó ayer en la tarde, y también en la noche. No sé, estaba confundido, realmente no sabía que decir. No sabía que pensar verdaderamente, todo esto me traía mal. Solamente veía a Paz y su dulce sonrisa, sus ojos tan bonitos, como si eso fuera a distraerme por un rato y me fuera a quitar todas las ideas que tengo ahora. Como si mis pensamientos fueran a cambiar de alguna forma u otra. O simplemente desaparecerían.

—¿Por qué se demora tanto? —le pregunté—. ¿Está ocupada?
—No sé —respondió ella, mientras me observaba fijamente y se iba acercando—, no he hablado con ella desde ayer en la noche.
—Ah ya, bueno —hice una breve pausa—, ¿y qué tal todo?
—Bien, todo bien.
—¿Novio? —cuestioné mirándola.
—No, nada —me dijo ella, mordiéndose el labio. No entendía a que quería llegar.
—¿Por qué?

Realmente me sorprendió que esas palabras vinieran de ella. Siempre estaba con alguien, o en planes, en algo. Siempre tenía a alguien. Era raro.

—¿Nada de nada? —pregunté para asegurarme de que no me estaba hueveando.
—Sí, nada —respondió.
—Ah, bueno.

Sentía que ella se acercaba cada vez más a mí. La sentía cerquísima. El mismo aire que ella respiraba, era él mismo que yo también respiraba. Todo esto me parecía raro. Me parecía una forma rara de actuar de ella… cada una de sus acciones, palabras y respuestas me hacían recordar a todo lo que ella hacía cuando estábamos en “algo”, antes de que conociera a ________(tu nombre). Antes de todo eso. Hace meses. Hacía ya un tiempo. No es que la extrañara, solamente se me hacía extraña su forma de ser conmigo, como si buscara algo. Pero lo único que hacía, era acercarse más y más a mí, me ponía nervioso.

Fin de su narración.

Narras tú:

Seguía en mi habitación. Y realmente no lograba precisar si me demoraba tanto, o solamente quería hacerlo esperar un buen rato más. No tenía muchas ganas de hablar con él, y creo que ya lo había demostrado. No tenía muchas ganas de ponerle una buena cara y sonreír, y también tenía que hablarle, tenía que decirle todo, y no sé… como que era algo demasiado. Estaba haciendo algo de lo cual, no me veía capaz.

Lo quería hacer esperar, solamente un rato más —un rato más sumando el que ya me había esperado—. Todavía no quería bajar, quería pensar un poco más. Aunque tenía miedo de que él se fuera. No sabía que estaba bien hacer esto, pero tampoco sabía si estaba mal. No quería que se fuera, porque quería “terminar” totalmente con esto de una buena vez. Sé que ya debía de bajar, porque habían pasado algo de más de 10 minutos. Se cansaría. Ya estaba decidido que iba a bajar, pero quería demorarme un poco. Sólo un poco.

Fin de tu narración.

Narra Christian:

La notaba rara. Sí, ya lo había dicho más de una vez, pero no sé.

Hoy la vi más linda que antes. Como ya dije, sus ojos estaban preciosos. La ropa que llevaba puesta la hacía ver más linda. Sentí algo que no había sentido en todo este tiempo, desde que conocí a ________(tu nombre). No estoy diciendo que me sienta de una manera especial, solamente que me hacía recordar algunos sentimientos.

La tenía demasiado cerca a mí, hacía que me sienta raro. Me olvidé por un momento que había venido por ________(tu nombre) y que ahora tenía a Paz frente mío, tentándome de cierta manera.

Fin de su narración.

Narras tú:

Recién estaba por la habitación de Ryan… caminaba demasiado despacio. Su habitación estaba cerrada, seguramente seguía durmiendo. No me fijé en el cuarto de Paz, no me interesaba su vida. No la aguantaba. Cada día la despreciaba más y más. No puedo decir que la “odio”, porque ella no es lo suficientemente importante en mi vida como para dedicarle un sentimiento.

(Escuchen “You Will Never Be” de Julia Sheer, mientras leen esto: http://www.youtube.com/watch?v=pGknIr7Zxas)

Ya estaba a unos cuantos pasos de las escaleras. Desde aquí no se podía ver la sala. Por lo tanto, tampoco lo miraba a él. No sé si sería lo mejor, pero decidí bajar lentamente las escaleras, cuidadosamente para que nadie escuchara cada paso que daba. No quería que se diera cuenta que era yo hasta que ya esté en el primer piso.

Caminaba y caminaba hasta que alcanzaba ver cada vez más y más. Me pareció ver a Paz. Cuando caminé más y más lo afirmé.

Vi algo que mis ojos no podía creer lo que estaba viendo. Jamás en toda mi vida me había sentido de esta manera, jamás me había sentido tan humillada, tan tonta. Las lágrimas salían sin cesar de mis ojos. Y pensar que yo le había dado en un comienzo lo mejor de mí. Pensar que siempre le fui fiel. Me sentía súper estúpida. Me sentía como una completa huevona. No sabía donde meter la cara. No pensé que él sería capaz de eso. De ella me esperaba todo, era normal, natural en ella. Pero los dos, una mala combinación. No hice nada malo, nada de lo que me pueda arrepentir, pero ahí estaba, pagando sin culpa alguna, viendo como la puta esa y mi “enamorado” se besaban en la sala de mi casa. Ella estaba prácticamente encima de él; él solamente le tocaba toda la espalda, y la cintura. Se besaban de una manera algo apasionada. Y yo ahí, viendo como una estúpida. Y sí, tal vez fue mi error “querer” a alguien. “Querer a alguien que le llegué a lo más alto de su ser”.  ¿Qué me quedaba? ¿Seguir llorando? Una voz dentro mío quería salir, explotar. Quería ir donde ella y jalarla de los cabellos, y a él tirarle la cachetada más fuerte de toda su vida; pero había algo que me lo impedía. No sé porque no me podía mover, ni hacer ningún movimiento, me sentía como la huevona más grande del mundo. Estaba inmóvil. Me encontraba callada por las lágrimas, sin decir palabra alguna, como si un balazo hubiera atravesado todo mi corazón, y las lágrimas lo manifestaran.

—*¿Qué hago?* —era la pregunta que pasaba una y otra vez por mi cabeza.

Las lágrimas caían y caían. No era tristeza, simplemente era decepción, era dignidad, era que había perdido. Me sentía de lo peor. Engañada. Tal vez lo hizo antes, tal vez nunca lo supe, tal vez esta es la primera vez que he visto algo así. Tal vez me “quiso”, pero sus gustos fueron más grandes que sus sentimientos. Tal vez me estoy “haciendo un mundo” por las puras.

Hubo un momento en el que no pude aguantar el llanto, y sonó un poco. Ellos dos voltearon y pararon. Viéndome ahí, toda humillada, llorando.

—“Te lo puedo explicar” —me dijo Christian en ese preciso momento que me vio así. Esas típicas palabras que los hombres o las mujeres decían después de hacer una idiotez.
—No jodas —estaba moleta, quería estallar.

Quería mandar a todo al mundo a la mierda. Solamente quería desaparecer de ahí. Imaginar que nunca vi nada, imaginar que nunca pasó nada. Pero eso no me servía de nada, pues mi mente diría algo, mis ojos probarían otra cosa.

Él vino corriendo hacia mí, prácticamente empujando a Paz hacia un lado. Vino a abrazarme, y no soltarme.

—Suéltame —dije con enojo y calmada a la vez—, lárgate de mi casa, por favor.
—No, por favor mi amor —estaba al borde de la desesperación, al borde del llanto.
—¿Mi amor? —cuestioné con asco—, mira huevón, desde el momento que te vi besándote con esta zorra terminamos, por si no es obvio.
—Mi vida, no por favor —estaba triste, arrepentido.
—Tengo a muchos más hombres que matarían por estar conmigo —y sí, era verdad—, y tú vienes a sacarme la vuelta, no jodas. Jamás lo pensé de ti. Pensé que podíamos quedar como amigos, o como algo, pero te juro que la “cagaste” completamente, no quiero saber más de ti. Olvídate que existí en tu puta vida, déjame tranquila.

Aunque le haya dicho un montón de malas palabras, aún tenía postura, aún me comportaba de una manera correcta. No perdía la postura.

—No fui yo, te lo juro.
—¿Entonces quién? —me reí.
—________(tu nombre), por favor, tienes que creerme.

En ese momento, yo solamente observaba cuidadosamente a Paz, ella no decía nada, solamente observaba. La admiré en aquel momento, después de todo el asco que le tenía… pero de un momento al otro, esa imagen de ellos besándose, invadió de nuevo a mi mente, las lágrimas seguían presentes, ahora con odio.

—Vete a la mierda —le di una cachetada—, escúchame. Para ti, estoy muerta.
—Mi amor, perdón —lo vi, con los ojos rojos, pero sin llorar.
—¿Ella valió la pena todo esto? —pregunté y miré con odio a Paz.
—Es su culpa, te lo juro —me dijo—, se me tiró encima.
—Vete a la mierda huevón —lo dije con tanto odio que me sorprendió.
—Te necesito —una lágrima escapó de su rostro.

Dicho esto, me fui, no quería verlo. Quería desaparecer, me sentía como la idiota más grande del mundo. Me sentía recontra estúpida, recontra ilusa, engañada. Los peores sentimientos del mundo vinieron a mí. Y sí, yo podía a ver sido lo que querías, pero jamás le saqué la vuelta. Aún cuando pude, aún cuando estuve demasiado cerca, no, no lo hice. Podré haber sido una zorra, toda seca con él, no muy cariñosa, pero jamás le hice eso.

No sé, me sentía mal. Devastada, no quería saber nada de amor, ni esas tonterías, no quería nada. Solamente quería que se fuera, que me dejara en paz, me dejara tranquila, quería estar sola.

No sé, ahora me voy y sí, más de un mes, y siento que lo voy a extrañar; jamás pensé que él sería alguien a que tendría que extrañar. Y ahora que me pongo a pensar, estaba encerrada en su juego, un juego enfermizo, que al comienzo era tan lindo, terminó siendo algo enfermizo, malo para ambos. Se trataba en quién hacía sentir peor al otro desde un principio. Ahora solamente quería una explicación, algo que me diga porque llegué a este extremo. Yo pensé que era lo suficiente fuerte, pero ahora veo como me derrumbo ante él. Recuerdo cuando decía que era lo suficientemente fuerte para seguir con esto. Si sigue parado acá, o espera el tiempo que quiera, mirando por algún perdón de mi parte, no lo encontrará acá, porque él me mintió, llegó al punto de romperme el corazón. Y ahora me doy cuenta que él nunca será alguien que realmente haya valido la pena tanto sacrificio de mi parte, tantas promesas rotas. Y sí, me dijo que era la culpa de ella, pero realmente los dos son culpables. ¿Él vale la pena todas estas lágrimas? ¿Ella valía toda esta mierda? No lo sé. Realmente estaba en shock, no podía creer todo esto. Ahora, miro hacia atrás y veo que todo fue tan fácil para él. Espero que Christian Beadles sea mi último error en esta vida de mierda. No lo quiero ver jamás. Lo último que quiero es que venga y me diga “te necesito”, pues no me pienso esperarlo. Y ahora me doy cuenta que me engañó, pues es la verdad, será difícil para él caminar rápidamente lejos de mí, ella era demasiado fácil, espero que lo haya disfrutado.

Y creo que este es el fin. Es momento —de una buena vez—, de decirle “adiós” al fin, a Christian Jacob Beadles Earle.  



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Capítulo dedicado a Carly (ella me lo pidió hace tiempo). Jiji, espero que te guste :) 


Hola chicas, ¿cómo están? Jiji, aparecí después de una semana, como de costumbre ): lo siento. Bueno, espero que les guste este capítulo, porque les juro que me puse asi feeling para hacerlo, demasiado sentimental, puse toda mi sangre y sudor acá, en el teclado, para que a ustedes, mis lectoras ;) lo lean, jajaja, que estúpida soy. Bueno, amo el número 85, por eso, les debe de gustar este capítulo, ¿entendieron? Jajaja, mentira chicas. :) Ojalá les guste, ¿sí? Me van a violar, aún no leo los comentarios, solamente algunos. Y bueno, hoy día entré de nuevo al colegio, ajjj ): me dormí y me gritaron, pero bueno. Jiji, dejo de joderlas, y les dejo el capítulo.


Las quierooo chicas un beeso, jiji. 


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Blog donde se encuentran los primeros capítulos de “Un giro de 360° desde que te conocí”: http://ungirode360desdequeteconoci-novela.blogspot.com 

Vale