—Sí, lo sé…
Hubo un silencio incómodo, lo cuál me
pareció raro porque mi abuelo era de esas personas que hablaban hasta por las
orejas, siempre tenían un tema de conversación aunque sea para sacarte una
sonrisa, pero ahora diferente. Sé que si le decía lo del embarazo probablemente
se enoje demasiado, aunque sé que no sería por mi mamá, sé que sería por mí,
porque yo sabía que una de las cosas que más odiaban mis abuelos era que fuera
infeliz, y que ellos darían todo lo posible por verme feliz.
—¿Qué es de almuerzo? —pregunté para
romper el hielo.
—¡Sorpresa! —exclamó él con una sonrisa
como si todo volviera a la normalidad.
—Mmm… bueno está bien —lo miré
sonriente—, iré a mi habitación a dejar mis maletas, ¿está bien?
—Ya —dijo él—, te muestro cuál es.
Me pareció un poco raro que me dijera “te
muestro cuál es” ya que sólo había una habitación más, pero yo nunca tuve acá
pues tenía mi casa, así que pensé que tal vez habrían hecho una habitación más,
pero no importó, sólo lo seguí.
Agarré la maleta más pesada y con
cuidado para no malograr el piso ni las escaleras la fui subiendo, ya que si
aparecía una raya en el piso lo más probable es que mi abuela me matara, ya que
ella era la persona más ordenada y limpia del mundo y detestaba que le
malograran las cosas. Cuidaba cada una de sus cosas con su vida.
—Llegamos —dijo él apoyado en el marco
de la puerta.
—¡Wooooooow! —exclamé realmente impresionada.
Definitivamente era la habitación
perfecta para mí, sencillamente era perfecta y la amaba. Me enamoré. Era sencillamente hermosa, bella.
—¿Te gustó? —me preguntó mi abuelo.
—¿Qué si me gustó? —lo miré—, me encantó.
Y dicho eso me volteé para abrazarlo fuertemente, era bellísimo.
—¡Muchísimas gracias! —exclamé— ¡eres el mejor! Bueno, los dos.
—Sí, lo sé…
Hubo un silencio incómodo, lo cuál me
pareció raro porque mi abuelo era de esas personas que hablaban hasta por las
orejas, siempre tenían un tema de conversación aunque sea para sacarte una
sonrisa, pero ahora diferente. Sé que si le decía lo del embarazo probablemente
se enoje demasiado, aunque sé que no sería por mi mamá, sé que sería por mí,
porque yo sabía que una de las cosas que más odiaban mis abuelos era que fuera
infeliz, y que ellos darían todo lo posible por verme feliz.
—¿Qué es de almuerzo? —pregunté para
romper el hielo.
—¡Sorpresa! —exclamó él con una sonrisa
como si todo volviera a la normalidad.
—Mmm… bueno está bien —lo miré
sonriente—, iré a mi habitación a dejar mis maletas, ¿está bien?
—Ya —dijo él—, te muestro cuál es.
Me pareció un poco raro que me dijera
“te muestro cuál es” ya que sólo había una habitación más, pero yo nunca tuve
acá pues tenía mi casa, así que pensé que tal vez habrían hecho una habitación
más, pero no importó, sólo lo seguí.
Agarré la maleta más pesada y con
cuidado para no malograr el piso ni las escaleras la fui subiendo, ya que si
aparecía una raya en el piso lo más probable es que mi abuela me matara, ya que
ella era la persona más ordenada y limpia del mundo y detestaba que le
malograran las cosas. Cuidaba cada una de sus cosas con su vida.
—Llegamos —dijo él apoyado en el marco
de la puerta.
—¡Wooooooow! —exclamé realmente impresionada.
Definitivamente era la habitación
perfecta para mí, sencillamente era perfecta y la amaba. Me enamoré. Era sencillamente
hermosa, bella.
—¿Te gustó? —me preguntó mi
abuelo.
—¿Qué si me gustó? —lo miré—, me
encantó.
Y dicho eso me volteé para abrazarlo
fuertemente, era bellísimo.
—¡Muchísimas gracias! —exclamé—
¡eres el mejor! Bueno, los dos.
—Bueno, te dejo para que te instales.
—Está bien —sonreí.
Lo primero que hice fue tirarme encima
de la cama como una niña pequeña y me puse a revisar cada cosa que había en esa
habitación. ¡Estaba hecha para mí! Hacía que estar aquí, fuera una de las cosas
que más amaba en el mundo aunque sin tener esta habitación igual lo sería.
Dejé mi maleta a un costado y me di
cuenta que en mi habitación también tenía un baño. Yo sé que no venía hace
algunos meses a esta casa, pero jamás había un baño acá. Así que supongo que
mis abuelos realmente estaban emocionados porque vuelva lo que realmente me
alegraba. Pensaba estrenar la ducha, pero realmente me moría de hambre y quería
ir a almorzar por eso, bajé las escaleras para ir a la cocina.
-En la cocina-
Me di cuenta que mi abuela acababa de
terminar de hablar con mi mamá, después de casi media hora.
—¡Al fiiin! —exclamé cuando me entregó
el celular—, ¿y qué tal todo?
—Bien —pude ver una sonrisa en su
rostro.
—¿Habló con ________(tu abuelo)? —pregunté.
—Sí, justo me acaba de entregar el
teléfono. No hablaron mucho tiempo, pero sí… lo hicieron.
—¿Y ahora todo está bien? —cuestioné
con una sonrisa esperando que la respuesta sea un “sí”.
—Sí —afirmó—, todo está bien.
—Bueno, ¿y comemos? —dije sonriendo.
—Está bien, ya sirvo —dijo ella.
—No, yo te ayudo.
—No, no, ve y siéntate y conversa con
________(tu abuelo).
—Está bien —acepté—, pero sólo porque
estoy cansada, pero a la próxima sí te ayudo.
Aunque yo sabía que una de las cosas
que más odiaba mi abuela era que yo le esté ayudando en este tipo de cosas
porque pensaba que esas eran cosas que yo no debía de hacer, y siempre estuvo
en desacuerdo cuando mi mamá me hacía recoger el servicio, pero bueno, ella
jamás me dijo que sirviera la comida, pero como ya estaba acá y mi mamá me
había dicho que debía de “ayudar”, no quería terminar siendo una carga, sino
más bien ayudarlos para que se sientan augustos con mi presencia, aunque sabía
de antemano que era así.
Me fui a la mesa y me puse a conversar
con mi abuelo de cómo estaban las cosas o bueno lo típico que conversar con una
persona que no ves hace mucho tiempo, era una de las cosas más fácil y
agradables del mundo sostener una conversación con mi abuelo, claro, siempre y
cuando no haya ningún televisor enfrente de él, pues debía de decir que era su
vicio, si tuviera vida se casaría con el televisor.
—¿Cuántas horas son de diferencia? —me
preguntó él.
—Más o menos unas 6 horas.
—O sea que para ti serían más o menos
las 7 de la noche.
—Algo así —le dije—, pero supongo que
ya me acostumbraré.
—Sí, pero mañana te quedarás dormida
hasta tarde. ¡Vas a ver!
—No creo —dije soltando una carcajada—,
no gastaría mi día inútilmente durmiendo.
—¡Te acordarás de mí!
En ese preciso momento, vino mi abuela con un gran plato de ensalada
de manzana para que nos sirviéramos. Era mi ensalada favorita, aunque
mayormente la comíamos en Navidad.
—¡Ensalada de manzana! —exclamé—, ¡qué
rico!
—Justo me acordé de ti cuando la iba a
preparar —me dijo ella sonriendo.
—Gracias —sonreí.
Mi abuela se sentó con nosotras,
mientras mi abuelo servía la ensalada en dos platos, cuando terminó, me dio uno
a mí y otro para mi abuela.
—¡Ay! —exclamó mi abuela— me olvidé tu
plato, espera, ya vengo —dijo ella mientras se levantaba.
—¿Plato? —cuestionó él—, ¿para qué? Si
ya tengo.
Y se acercó el plato, bueno, mejor
dicho fuente con ensalada.
—¡________(tu abuelo! —dije—, ya pues,
¡no molestes!
—_________(tu abuelo) —dijo riendo—,
ya, no la molestes.
—¿Molestarla? —preguntó con una voz
exagerada, como si no hubiera hecho nada—, no estoy haciendo nada, sólo voy a
comer.
—Ya. No le hagas caso —me dijo mi
abuela—, tú sabes como es.
—¡Ay, preciosa! —dijo mi abuelo y me
acarició la mejilla—, tú no cambias, ¿verdad?
—Jamás —dije yo.
¿Se acuerda que cuando estaba en
Atlanta no comía? Bueno, ahora que estaba acá estaba segura que lo haría. Allá
no comía porque estaba en depresión por lo que había sucedido con mi papá, pero
ahora que estaba acá no era que me olvidara, pero sencillamente me distraía
porque estaba con gente que amaba, que me hacía feliz, y bueno… También mi
abuela cocina demasiado rico, y bueno cuando yo vivía aquí siempre me peleaba
por la comida, aunque sea por un grano de arroz, pero igual lo hacía.
Mi abuela volvió a la mesa con un plato
para que mi abuelo se sirviera y comenzamos a hablar.
—________(tu nombre), estás un poco
pálida —me dijo mi abuela—, también te vi un poco pálida en el aeropuerto, pero
ahora te veo más pálida. ¿Estás bien?
—Sí —contesté—¸supongo que por el
viaje.
Obviamente yo sabía que no era por eso,
era porque no estaba comiendo tanto, pero tampoco le quería decir nada, sería
preocuparla por las puras porque ya estaba comenzando a comer mejor y seguramente a mi abuela le daría un ataque,
porque ella se preocupa demasiado por estas cosas.
—Está bien —dijo ella—, pero si te
sientes mal no dudes en decírmelo a mí o a ________(tu abuelo), ¿ya?
—Ok —sonreí—, no te preocupes.
Seguimos comiendo, hasta que terminamos
la ensalada y mi abuela se levantó a traernos el segundo. Trajo una fuente de
fideos y luego otra con asado.
—¡Fideos con asado! —exclamé.
Amaba cuando mi abuela preparaba
fideos, sea como sea, los preparaba deliciosos. Definitivamente, amo como
cocina.
Me serví, igual que todos y nos
sentamos a conversar y comer como antes. Hablábamos de varias cosas.
—Oigan… —dije—, ¿puedo pedirles un
favor? —le pregunté.
—Claro —respondió mi abuelo.
—¿Me pueden llevar un día de estos al
cementerio a ver a mi papá?
Vi como sus rostros que segundos antes
habían estado con varias sonrisas y hasta riendo de pronto se convirtieran en
seriedad. Ellos sabían que eso me dolía, tal vez era el porqué de tanta
seriedad después de haber estado tan felices.
—¿Podrían? —volví a decir para que me
respondieran.
—Cuando quieras preciosa —dijo mi
abuela.
—Sí, no te preocupes. Cuando tú
quieras.
Quería pedirlo ahora que los dos
estaban presentes para que de todas maneras pueda ir. De verdad quería ir, de
verdad quería hacerlo, sólo quería tener un tiempo con él ya que no tenía otra
forma de hacerlo y más aun que ahora estaba acá.
—Gracias —sonreí.
Seguimos platicando de varias cosas,
ninguna en especial.
—¿Voy a poder ver hoy a mis amigas? —pregunté.
—Si deseas —dijo mi abuela—, pero ¿no
quieres descansar primero? Y bueno, en la noche quería que me acompañaras un
rato al club.
—Sí bueno, estoy muerta —dije—, pero
¿por qué al club?
—Porque tengo una reunión con mis
amigas y te querían ver, ¿me acompañas?
—Bueno, está bien.
Me pareció un poco raro, ya que
normalmente a esas reuniones sólo habían señoras y nunca habían personas de mi
edad, pero bueno también había la razón de que me había ido por algunos meses y
la gran mayoría de las amigas de mi abuela me conocían desde que nací o tal vez
mucho antes, si saben a lo que me refiero.
—Pero bueno, me despiertas cuando
quieras ir para que me des tiempo para ducharme y todo eso —le dije.
—Ok.
—Supongo que mañana veré a mis amigas,
entonces —dije.
—Sí —dijo ella—, porque no creo que
ahora tengas tiempo.
—Bueno y aparte de eso no tengo como
comunicarme con ellas —les dije—, o sea por BBM, pero están en el colegio y
todo eso. Supongo que ya saben que llegué, aunque ninguna me habló y no tengo
batería para hablarles y me da flojera.
—Pero bueno, ya tendrás tiempo. Acabas
de llegar, todavía te faltan unos días —me dijo mi abuelo— y podrás disfrutar
plenamente.
—Sí, y bueno no tenía muchas ganas de
salir.
Realmente me moría por ver a mis
amigas, pero también estaba agotada y bueno como iré al club tal vez veo a alguna “tía” o a alguna de las mamás de mis
amigas cosa que ya me puedo contactar con alguna de ellas y ¿quién sabe? Tal
vez mis amigas están ahí, aunque lo dudo demasiado, ya que si lo pensamos bien
ellas no tendrían nada que hacer ahí.
—Quiero un perro —dije inoportunamente.
—¿Para qué? —me preguntó mi abuela— si
siendo realistas, no lo vas a cuidar y aparte hay que darles mucha atención,
hay que estar muy pendientes de ellos, etc.
—Pero yo sí lo voy a querer y voy a
hacer que sea feliz —le dije a mi abuela.
—¡Vas a ver como te dura eso una
semana! —dijo ella—, tu mamá y tu tía han tenido 7 perros y quién al final se
encargó fui yo.
—Pero yo no soy como ellas, yo soy
diferente, más responsable —le dije poniendo una entonación especial para
tratar de hacerlo más realista.
—Puedes ser todo lo que tú quieras —me
dijo mi abuelo—, pero a la hora de la hora vas a ver que no vas a cambiar en lo
absoluto.
—¿Por qué no son capaces de confiar en
mí? —les pregunté—. Ya voy a cumplir 15 años, se supone que ya soy grande y lo
suficiente madura como para poder hacerme responsable de una pobre criatura.
—Nadie dice que no —trató de arreglarlo
mi abuelito.
—¿Nadie dice que no? —cuestioné— ¡lo
dijeron descaradamente ¿y ahora lo niegan?!
—Pero hazme caso —dijo mi abuela casi
interrumpiéndome—, vas a ver que al final te vas a aburrir y ni les vas a hacer
caso.
—¡No es eso!
Seguimos discutiendo un rato más sobre
el tema, hasta que terminamos de comer y yo agarré mis platos para llevarlos a
la cocina.
—No los lleves —me dijo mi abuela—, yo
los llevo.
—No, yo no soy ninguna inválida y te
puedo ayudar —le dije a mi abuela.
Realmente, a mí no me gustaba ayudar a
nadie, cuando mi mamá me decía lo hacía con la peor cara del mundo porque
realmente odiaba levantar mis platos y porque después de eso tenía que lavar el
servicio, pero con mi abuela era diferente, porque ella me consentía en todo y
me gustaba ayudarla para no ser una carga para ella y más ahora que estaba en
esta situación.
—Provecho —le dije, sonreí y los
levanté—, gracias, estaba rico todo.
—Provecho —me respondieron los dos en
coro.
Cuando fui a dejar mis platos a la
cocina, estaba también mi abuela lista para lavar el servicio.
—¡Estoy muerta! —exclamé.
—Bueno, corre a descansar —me dijo mi
abuela— cosa que estás bien para ir a la reunión de la noche, ¿te parece?
—Está bien —contesté sonriendo—, iré a
mi habitación, ¿sí? Me levantas con anticipación para bañarme y arreglarme.
—Ok. Ve, no te preocupes, yo te
despierto.
Fui corriendo a mi habitación. A esa
habitación tan perfecta y me tiré en la cama para dormir un rato.
—¿Por qué no me hablaste durante todo
este tiempo? —me preguntó.
—No lo sé —respondí secamente sin
mirarlo a los ojos—, ¿importa demasiado?
—¿Importa demasiado? —cuestionó
incrédulamente—, no sé, dime tú.
—No quería hablarte y ya —sentencié.
—¿Por qué? ¿Qué te hice? Todo estaba
tan perfecto… —terminó la oración sin ánimos y con nostalgia.
—Porque no me quería sentir culpable
cuando hiciera algo. No quería tener el remordimiento todo el día en mi cabeza…
¡entiende!
—¿Cuándo hicieras algo? —cuestionó
torpemente.
—Sí —respondí casi en un susurro.
—¿Qué hiciste? —preguntó él como si no
sintiera absolutamente nada en ese momento.
—…